Vivo, luego pienso, luego existo.

Que les puedo contar, que el viernes mi queridísima amiga se devoró la noche, se devoró los corazones. Yo solo devoré las sonrisas y las copas de más, quisiera devorar corazones pero es un don especial que solo algunos tienen. No sé por qué la gente se mira en el espejo y le sonríe a su reflejo cuando esta ebria, como diciendo “Buena esa, intoxicado por las palabras que sobran”. Bueno no sé, pero ¿Cómo me verán los otros? ¿Verán lo que yo veo en el espejo?.

Estoy escribiendo esto mientras la oscuridad de mi cuarto me vigila, me estoy tomando un café frío, se enfrió porque olvidé que me lo había servido. Supongo que así es el amor, te lo sirves y te olvidas que siempre ha estado ahí, entonces se enfría. Pienso ir a la iglesia y llorar mañana, invité a una amiga, la misma que sabe devorar corazones, su novio le cortó y también quiere llorar sin que la vean raro. Después de eso queremos ir a acampar a Villa de Leyba para ir a fumarnos unos porros y comer hongos, será colorido, no habrá lágrimas, pensar en eso me da ganas de descargar música feliz. ¿Sera que si guardas solo música feliz en tu aparatejo te sientes mejor? ¿Te sientes feliz? No sé, no creo que yo me sienta feliz, solo me siento menos triste. Yo y mi putísimo humor emo, mi alma de poeta de mierda.  

Mis emociones son acróbatas, penden de un hilo entre la cordura y la no-cordura. En estos días he pensando que me debería resbalar todo, que no debería retener todo como una jodida esponja. Supongo que es eso, amo mucho a los seres humanos, los amo tanto que me da miedo que ellos no me amen. Quiero salvarlos, a cada uno de ellos, quiero saber el por qué de los gritos ausentes, el por qué de las almas enjauladas en la historia. Pero no se puede, no se puede querer ser todo en medio de las nadas divididas.

No sé si entendieron esto, espero que no, yo y mis penosos pensamientos. Soy un péndulo sin eje.

La música y las letras me atrapan las entrañas, el estómago, el páncreas, los pulmones gastados.