Mi noche.

Peces en el mar tratando de nadar, de parecer peces aunque no se sientan como peces. Las luces de los reflectores golpeando los cristalinos, contrayendo pupilas, iluminando sonrisas finas en las líneas que las estrellas forman por la noche. La luna allá en toda la esquina, tapada discretamente por alguna nube, se asomaba como espiando, viendo a las hormiguillas bailar sobre el parque, guiadas por el sonido de unas almas inspiradoras que se paran en un escenario a jugar con sus instrumentos, a jugar a tener ritmo, a bailar, a hacer mover las piernas como un terremoto retumbante. Sientes la guitarras golpear los tímpanos, uno, dos, tres, fumas, uno, dos tres, otra vez, todavía queda magia en la pipa, hay que gastarla, hacerla humo, unirla con nuestros músculos cansados de estar parados tanto tiempo, pero no se siente, aquí no se siente porque aquí se está muy bien.

Algunos ojos sigilosos observando, muy buen viaje al principio, pero al final…Aterrizaje forzoso a la realidad. Amigos distantes que no son los mismo, no me molesta que la gente cambie, pero si me molesta que cambien las cosas hermosas que hay en ellos. Pero bueno, había humo púrpura por todos lados y por algún momento lo olvidé, pero volvía a darme cuenta la forma en que se aleja la gente, vuelven, te exprimen y se van de nuevo, me pregunto cuándo terminará este círculo y llegaré por fin a estar en blanco, reescribiendo mi historia, pureza en el habla con otro ser especial, odio perder a mis buenos amigos porque uno no sabe si va a volver a entablar una conversación tan fluida  y mágica como antes hacía con ellos.  Pero ya no más, vuelvo a disfrutar del concierto, me duelen los pies pero me gusta esto, ya no pienses en eso, estás aquí para divertirte tontísima, es genial todo, las luces, hasta la gente me cae bien, algunos ya están medio locos por eso del alcohol, los ácidos, los polvillos y la Mary Jane; pero sigue siendo todo grandioso.